lunes, 30 de enero de 2012

La arrechera de Henry Miller

   Por Chano Castaño

   
   La literatura norteamericana del siglo XX tuvo una figura sexual, escandalosa y reticente al orden que se llamaba Henry Miller. Influenció a la generación Beat de Kerouac e impulsó la revolución sexual con su libro Trópico de Cáncer, el cual fue censurado en Estados Unidos hasta los 60. Cuando a Henry Miller le quitaron el veto de su literatura en su propio país fue como si hubieran decretado los trios como la nueva forma de matrimonio. Junto con otros acontecimientos, este fue uno de los que impulsó a la sociedad a buscar a fondo los misterios de la sexualidad, a poner en tela de juicio lo establecido y a comprender más la relación del cuerpo con la vida humana. De algo tenía que servir la arrechera de este señor que, entre fornicaciones, pobreza y amores, le dio para escribir más de una docena de libros. 
   Desde el inicio fue un talento incomprendido en su país. Se fue antes de Hitler a París, donde conoció surrealistas y a Anaïs Nin, una franco-cubana que se enamoró perdidamente de sus malos pensamientos, su talento literario promiscuo y la lengua viperina que le servía para tantas cosas. Anaïs Nin era una mujer hermosa con amigos psicoanalístas, artistas y demás. Con dinero del famoso amigo de Freud del Círculo de Viena, Otto Rank, publicaron en París el libro Trópico de Cáncer. Enviaron algunas copias a Estados Unidos bajo la solapa de otro libro. Fue censurado por más de quince años. 
   Henry Miller me recuerda a Guillermo Cabrera Infante. Creyeron en la libertad a su modo pero sus propias naciones y el proyectos de éstas, los expulsaron, los sacaron porque los creyeron peligrosos. Los dos estuvieron en Europa y cambiaron su vida a su manera, así como también se enamoraron y duraron rato azotando el catre. Los dos tienen grandes obras alrededor del sexo, como Sexus y La Habana para un Infante Difunto. No encuentro otra relación más pero me basta con esas. Se nota que en el siglo XX la sexualidad se convirtió en un tema tan público, tan subterráneo y tan explotado por el arte y la ciencia, que somos el resultado de esa liberación, esa censura y esa apreciación. Hijos del tiempo en que las mujeres se apropian de su cuerpo y exigen sus derechos, criados entre escenas de sexo fuertes y clásicas del cine, con el conocimiento claro de métodos de planificación, estimulantes sexuales y técnicas corporales para mayor disfrute, con la mente llena de imágenes pornográficas de la más alta fidelidad. 
   ¿Qué podría haber escrito Henry Miller si tuviera Internet? De seguro ni mierda, porque el porno ha fundado la era de la trasnparencia con los reality, donde se ve todo y nada se esconde. No hay misterio. No hay búsqueda. No hay camino. La simultaneidad de la pantalla nos muestra el interior de una vagina y los dramas de una familia de clase media occidental. Con ese material, Miller no hubiera escandalizado a la sociedad como lo hizo en su tiempo, así hubiera escrito treinta libros más. Uno de los acontecimientos más extraños en la actualidad es el escandalo de masas. Solo lo logran hechos como la Primavera Árabe, el 11 de Septiembre y el mundial de fútbol. Sin duda, la arrechera de Henry Miller se hubiera ido en Kleenex y panfletos vía web. 
   Lean a Henry Miller, puede darle el toque de temperatura que su relación necesita. Recomiendo la trilogía de la Rosa Crucificada, que comienza con Sexus, sigue con Nexus y termina con Plexus. Toda una aventura de corridas, polvos públicos, movimientos imprevistos y amores muy profundos.
   

1 comentario:

  1. Deseaba que hubiera diez mil fabricas de pólvora negra diseminadas a ambas orillas del río y que todas ellas explotaran simultáneamente...


    Mermelada.

    ResponderEliminar