martes, 7 de febrero de 2012

Desunidos jamás serán vencidos

  
   
 Por Chano Castaño

   Bogotá no es una ciudad con buena suerte. En sus calles abundan ratas y oportunistas; los maquillajes y arreglos que se realizan son una danza del caos, y por si fuera poco, nuestros líderes políticos son un charco de babas y mierda, un estanque de agua con parásitos podridos que desacelera el crecimiento de nuestra urbe capitalina, tan querida, puteada y sitiada por todos.
    El Concejo de Bogotá y la Alcaldía Mayor no llegaron a ningún acuerdo para sacarnos de este lodazal de corrupción, desorden y huecos que dejó Torompolo. ¿Cómo es posible, me preguntó yo puto y apretando las muelas, que estos cabrones pongan sus intereses políticos de partido e individuales sobre los intereses de desarrollo de Bogotá? Petro y el Concejo no se entenderán muy bien. La Unidad Nacional tiene la capacidad de no pasar los proyectos que no le convengan políticamente. Nada que le dé protagonismo al alcalde, que lo favorezca entre la caterva de funcioanrios públicos ineptos. Así será. Ya movieron sus fichas y dejaron ver a los bogotanos, con la hipocresía de siempre, que los ciudadanos, sus derecho, sus esperanzas de mejoría, pueden irse al traste, porque lo que interesa es robar, repartir, apretar la rosca y esperar. 
   A mí me importa un carajo Petro, porque es otro oportunista, no lo defiendo ni lo abucheo. Lo que me irrita es la capacidad de inacción y estupidez que pueden tener estos seres mezquinos. Su forma de actuar es insensata. Si la ciudad viene de una administración asquerosa, hay que recibirla con una voluntad de trabajo sólida, respaldada por los ciudadanos y los líderes que eligen. Pero sucede todo lo contrario. Como venga o vaya la ciudad, vale huevo. Lo que importa es mover fichas, cuadrar puestos, hacer el juego y la cosa política. Ah, por cierto, ahora que digo cosa política, sería bueno que alguien le dijera a Vicky Dávila que hablar de forma tan pomposa y festiva de nuestra negra, cruda y podra realidad política colombiana, es ofensivo, porque lo que tenemos es un drama oscuro, un hoyo negro que desfonda continuamente todo, y que merece comunicarse con el sentido pésame y la tristeza propias del que se sabe robado, atracado, mutilado y deshecho por estos personajes de corbata.
   Me niego a creer en el futuro de una ciudad que empieza amarrada de las manos por la falta de convicción de unos y otros en un proyecto conjunto. Las diferencias políticas son saludables para la democracia, pero lo que vivimos ahora en la ciudad es un momento de crisis espantosa, la cual debemos enfrentar unidos todos, sin permitir que nuestros derechos como ciudadanos y nuestra capacidad de exigencia con estos señores, sea pisoteada por sus juegos mendaces y corruptos. Bogotá puede ser una gran ciudad, una cosmópolis versátil y humana que abra sus puertas al mundo para mostrar lo mejor de Colombia y su cultura. Toma tiempo hacer la ciudad que todos queremos, pero algún día lo tendremos que lograr. El primer paso es activar nuestra conciencia política y exigirles a estos tipos que trabajen por nosotros y no por sus intereses. Que abandonen la mediocridad de sus actitudes políticas y la ceguera que no les permite ver más allá de su pedazo de poder. Porque estas pulgas del Concejo y de la Alcaldía Mayor son pequeñas y medianas, pero con la increíble capacidad para torpedear los sueños de una ciudadela entera.

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